miércoles, 25 de mayo de 2011

"Mañana Me voy"


Me voy a ir a vivir a otro planeta, le dijó Miguel a su esposa Marta, y esta, entre risas, contestaba: dejá de delirar Miguel, estás loco, basta de boludeces. Miguel se enfureció: ¿Cómo no me toma en serio mi propia esposa? Pensó para sus adentros. Es la verdad negra, mañana parto hacia un lejano planeta a unas cuantas galaxias de aquí. Se llama Exquinos-4, bah, esa sería la traducción en nuestro precario idioma. No sabés lo que es todo allá! La tecnología que tienen! Como viven! Es impresionante. Es lo mejor, y ya lo decidí, me cansé de todo en esta tierra, me quiero ir. Estás loco gordo, de verdad me estás hablando en serio? No lo puedo creer lo que me decís. Aparte, ¿Por qué te cansaste de todo? ¿Te cansaste de mí también? ¿Y sí es tan lindo allá por qué no me llevás? Dijo Marta sólo por diversión, para seguir las fantasías espaciales de su marido. Es qué sí Marta, así no puedo seguir, perdóname. Yo te amo con el alma, sos el amor de mi vida, pero la verdad qué últimamente nada más peleamos y peleamos y siempre volvemos a lo mismo. Una racha linda, y vuelta con lo mismo. Los mismos problemas, los mismos berrinches, que yo esto, que vos aquello ,que por qué no hiciste esto, que yo te pido esto otro. Y no lo digo solamente por vos. Yo también soy culpable y es por eso que me quiero alejar. Todo va a ser mejor negra, de verdad. Yo ya no puedo ni conmigo mismo, menos puedo con alguien más. Perdoname de corazón te lo digo, siempre te voy a recordar desde allá lejos. Es más, alguna señal a lo mejor te puedo mandar. Quién te dice qué algún día me pueda hacer una escapadita. Y encima no sabés la calidad de vida del lugar! Nadie te roba, nadie te jode ni te putea ni te agrede. Se convive en una paz eterna! Nunca nadie en guerra con nadie, todo en armonía, es un placer ese lugar! Quiero llegar y recorrerme todo ya! No aguanto más negra, muero de felicidad! Adiós a toda esta vida vulgar, materialista y llena de horarios, apuros, presiones, y otras mierdas. Chau tierra! JAJAJAJA.

Mario reía de manera estruendosa. Su rostro se deformaba de manera tétrica producto de sus enormes risotadas. Marta no lo podía creer. Su esposo hablaba de una manera seria, segura y convincente como nunca antes lo había hecho. Emanaba una confianza en sí mismo de tal magnitud que hasta la hacía dudar acerca de sí en verdad hablaba en función de delirios esquizofrénicos o si realmente lo decía enserio. Siguieron discutiendo un rato más, pero finalmente ya se había hecho muy tarde y al otro día debían trabajar. Dormite de una vez Miguel que mañana tenemos que madrugar los dos. ¿O con todo esto de tu viaje galáctico no vas a laburar tampoco? Por supuesto qué no negra, apenas salga el sol me vienen a buscar mis futuros compañeros de Esquinox-4 y partimos en su nave. Lo lamento pero prefiero que sea así, rápido y sin despedidas. No quiero ponerme mal ni hacerte pasar otro momento triste gorda. Te voy a extrañar mucho.

Marta estaba preocupada. Saludó a Miguel con un beso, posó su cabeza en la almohada y se dedicó a pensar un largo rato antes de dormirse. ¿Y si su marido estaba loco? ¿Era acaso esto una broma por el día de los inocentes o en verdad su esposo creía en aquellos delirios que tan seriamente predicaba? Todas incertidumbres para su compañera y amada de toda la vida quién, luego de un rato de reflexión, logró conciliar el sueño.

El sol emergió radiante al día siguiente con una puntualidad suiza. Los finos rayos que emanaban por la persiana lograron despertar a Marta quién abrió los ojos tímidamente. Volteó para despertar a Miguel, creyendo que aún estaba dormido, y se encontró con qué este no estaba. Sólo se hallaban allí su pijama y sus pantuflas. Su hueco en la cama aún estaba cálido, como si se hubiera levantado hace algunos minutos. Marta pensó que este se le habría adelantado al despertador y que se encontraría en la cocina preparando al desayuno. Por un instante recordó su charla nocturna, el tema del viaje a otro planeta y todas aquellos disparates, pero luego se dijo a sí misma : No seas boluda Marta, eso no puede ser posible. Miguel esta en la cocina y asunto arreglado.

Al llegar a la cocina vio que Miguel tampoco se encontraba allí. Esto hizo que el asunto le comenzara a parecer raro. Una sensación extraña mezcla de escalofrío y nervios comenzó a recorrer todo su cuerpo. Corrió a buscar a su marido al comedor, al baño, al patio, al lavadero, al living. Su esposo no estaba allí, ni en ningún otro rincón de la casa. Intentó no entrar en pánico y pensar como una persona razonable, y no caer en qué un grupo de marcianos había pasado a buscar a su esposo para irse a jugar un partido de fútbol a los anillos de Saturno. Habías miles de alternativas posibles antes que aquella. Se decidió primero por llamar a su celular para intentar ubicarlo. Llamó y llamó por un largo rato hasta que se percató de que lo había dejado abandonado dentro de un cajón de la cocina. Esto si le pareció extraño, ya que jamás Miguel olvidaba el celular, y menos aún, lo guardaba junto con los tenedores y los cuchillos. Marta decidió llamar a su trabajo para ver si Miguel había ido un poco antes. Respondieron que Miguel aún no había llegado, ni se había contactado con ninguno de ellos. Llamó a todos, TODOS, los amigos de su esposo. Ninguno sabía de él y , es más, ninguno tenía noticias suyas desde hace meses. Llamó a sus suegros y se encontró con la misma respuesta.

Estaba aterrada. No sabía que hacer. Su esposo había desaparecido y , como si esto fuera poco, sobrevolaba por sobre ella el fantasma de la noche anterior. Aquel preámbulo de su amado despidiéndose de ella y del mundo, anunciando su partida hacia otra galaxia, una vida extraterrestre, rodeado de satélites y constelaciones, en un mundo pacífico y a años luz de distancia. Marta nunca lo quiso creer, pero al parecer, se estaba convenciendo. De repente, Marta advirtió que aún le faltaba un lugar de la casa por explorar: el jardín. Salió disparada hacia este y , de pronto allí encontró todas las respuestas al enigma. El patio estaba cubierto en su totalidad por una inmensa nube de polvo negro. El piso, lleno de cenizas y hojas secas. Todo se encontraba revuelto, como si un fuerte viento hubiese soplado allí mismo. Ropa tirada, adornos arrancados del piso, plantas destrozadas. Un fuerte aroma rancio, como a combustible, se respiraba en el ambiente. No puede ser, esto no puede estar pasando, se repetía a sí misma. Alzó un poco la mirada y por fín comprendió todo. Lo que vio le bastó para darse cuenta de que su marido tenía razón. Estaba desconsolada. Su marido jamás volvería, y las pruebas estaban frente a sus ojos.

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